Taylor Swift, imparable
23 julio, 2018Directorxs Audiovisualxs
24 julio, 2018A las 8.
A las 8, 8.
Tus 8, las mías, esas. A la hora que sea, vamos al cine.
Otra vez juntos, Mercedes Morán y Ricardo Darín. Juntos, pero separados, claro.
El que los juntó fue Juan Vera, productor de largo recorrido en el cine argentino, quien decidió que esta historia sobre una separación que se da sin causal aparente alguno, la quería para él, para convertirla en su ópera prima, la quería para contarla a su manera. Y así se lanzó a la aventura.
Mercedes y Ricardo, separados a la hora de las entrevistas, no dudan en usar la misma palabra al hablar del director Vera, a propósito de este paso razonablemente lógico después de producir tantas películas: “Ternura”. Esa es la palabra.
“Nos emocionaba verlo emocionado en el rack” dice Darín, quien aceptó este papel porque “lo que te impulsa, lo que te dan estímulos son las historias y esta me parecía una historia re valiosa para jugarse, es más, aún corriendo el riesgo de que apareciera algún gil diciendo Darín hace de Darín otra vez, como si uno fuera el personaje que hace”.
Y Darín hace de un hombre, a quien ya solos con su mujer, después de haber soltado a su hijo que se va a estudiar o algo así fuera del país, se le aparece la realidad en una pregunta que se hacen.
Qué se dice después de una vida juntos ante un “Estás enamorada?” “Estás enamorado?”
La pregunta no es “¿Me amás?”
La pregunta es “¿Estás enamorado?”
La respuesta, cada uno la sabrá. Para el caso, si fuera por respuesta un NO, habrá que sumarle el “¿Qué vamos a hacer nosotros?”
“Mi personaje está muy lejos de convertirse en un heroína -dice Mercedes Morán. Es una mujer real”
Y continúa “Creo que Juan desde el guion y la dirección encontró un punto justo, en el que no se pone solemne, ni baja ningún dedito, de liviana profundidad. Y con un conocimiento muy interesante sobre el universo femenino y sobre el comportamiento femenino.
Este personaje decide escucharse, decide desprenderse y decide hacerlo sola…Y lo lleva a cabo de una manera bastante honesta, todo lo honesta que puede.
Y lleva a cabo algunas fantasías, cabalgando en esa contradicción que se le presenta en ese momento, como madre que ha criado a un chico para que haga de su vida lo que quiera y que, como todos los padres, cuando los hijos toman las riendas de sus vidas, nos sentimos un poco “pero cómo entonces y yo, eh??? Qué??? Es así?”
Poder revivir esa dinámica de las parejas cuando vuelven a quedar solas…me parece que habla de esas cosas, que hace como variaciones.”
El amor menos pensado se mueve con detenimiento en ese abismo que se abre ante la posibilidad de la no sorpresa, de saber como puede llegar a ser un amor hasta el final y juega con las posibles cartas que dan las conexiones de la virtualidad al palo. “Dios Facebook Todopoderoso!”
Y en este te amo-te odio-dame más del que muy pocos saben librarse en vida, la película se va impregnando de la construcción postpareja después de los 50, de algunos desenfrenos y también de la sabiduría de los viejos.
A Mercedes le tocó una escena de esas de colección con Claudia Lapacó y Chico Novarro, donde los personajes ya pasados los 80, entienden que lo importante es seguir sintiendo, seguir bailando hasta el fin.
A Ricardo, la película de Juan Vera le deja un regalo precioso, escena de padre e hijo jugada con Norman Briski.
“Uh…-respira hondo Ricardo y recuerda-, esa es una escena particularmente profunda por varios motivos, primero porque yo nunca trabajé con Norman, lo admiro desde que tengo uso de razón, porque creo además que él es la piedra fundamental de un montón de otros actores que vinieron a partir de él, intentando dar esa nota, esa nota de singularidad que tiene Norman Briski en donde lo que toca lo transforma en un “momento briskiano”
El día que rodamos, fue toda una jornada, muchas pasadas de cámara y demás.
Y cuando lo vi, se me apreció un gesto de mi viejo, a pesar de que él no tenía nada que ver con mi viejo, son características muy distintas, pero esa necesidad que tenemos los actores de recrear y darle verosimilitud a una situación, a mí me quebró profundo.”
Vayan aplausos adicionales para el personaje falaz de Luis Rubio, para las puteadas llenas de dolor de Claudia Fontán, para Andrea Politti (esa chica mete miedo!) y para ese perfecto irse que tiene Juan Minujín. Fueguia incluído.
ESE ASUNTO DEL MICROFONITO…
“No quiero que te vayas antes de saber que tenés un micrófono de Karaoke”, me dice Ricardo.
Cantate algo, le digo.
“Y…si tuvieran una pista que quiero, me pongo a cantar, pero no la van a tener…”
Me querés?, le pregunto…”Si te quiero?,-pregunta- Siempre te quise!”
Ese es nuestro Ricardo.
Es el amor menos pensado.
Bienvenido el amor hecho como se puede. El amor de menos cabeza y más sentimiento. De soltar y bailar.
El amor menos pensado es la ópera prima de Juan Vera, quien se animó a la dirección con una historia de amor no eterno.
O sí.
Porque a veces las separaciones también son un acto de amor.
Estrena el 2 de Agosto.