Novedades de la pantalla grande
5 marzo, 2020#Juntas. Mujeres Visibles
8 marzo, 2020Hay siempre algo de desamparo y angustia en el llanto de una mujer que acaba de parir. Miedo a lo desconocido, o tal vez un asomo de la absoluta soledad que representa cada pujo, más allá de la gente que pueda rodear a la parturienta.
Hay bastante más de esa angustia, si esa mujer que acaba de parir, es una niña.
Andrea Testa estrenó su nuevo documental, Niña Mamá, con el que puso el ojo, el oído y el corazón, para reflejar el camino de muchas mujeres enfrentando la maternidad a edad muy temprana.
Estas pequeñitas mujeres, si hablamos de edad, son madres a veces sin saber muy bien lo que está ocurriendo con sus cuerpos ni con sus vidas, otras veces asumiendo la vivencia como una carga del destino que deben afrontar, otras veces sufriéndolo simplemente como algo inevitable, asumiendo “la culpa”.
Son nenas, solas.
Solas.
Con culpa.
Con mucho dolor.
En Argentina, donde aún hay reparos a la hora de hacer cumplir la Educación Sexual Integral en las escuelas, cada 3 horas una niña menor de 15 años es obligada a parir.
Testa reflejó el trabajo de asistentes sociales en Hospitales del Conurbano Bonaerense y desde su documental nos interpela, nos obliga a no dar vuelta la cara a esta realidad.
“Es mi culpa”, dice una nenita que no quiere mucho adentrarse en el concepto de la libertad de decidir sobre el propio cuerpo. “Es mi culpa”, repite. “No caigo que soy mamá”.
Otra, 13 años, embarazada y con sífilis, “acepta” su destino. “Yo no quería quedar embarazada, pero bueno…si se dio, se dio”. La misma chica, que por momentos inunda la pantalla de angustia tan solo con su silencio y su mirada hacia el piso, cuenta al pasar un dato de la realidad que estremece: “Tenía un embarazo de riesgo, porque mi útero no estaba bien para…porque yo soy muy chica…no estaba desarrollado para tener un bebé”.
13 años.
En Niña Mamá no hay juicios, sólo un reflejo del desamparo.
Cada una de estas historias, duele.
Embarazadas, recién paridas, cuerpos castigados por haber pasado por un aborto clandestino, madres de 4 niños antes de llegar a los 20, hospitales sin poder dar respuestas a la salud de estas mujeres, estado ausente…
Son experiencias en primera persona, en diálogo con trabajadoras sociales, que dejan entrever el proceso de identificación (o no) con el nuevo rol que deben ejercer, las tensiones de estas maternidades forzadas y el choque de la realidad con sus deseos.
La película se pregunta sobre las posibilidades de decisión en contextos de tanta vulnerabilidad social y de desamparo por parte del Estado. Mientras se les exige que cuiden, ¿quiénes cuidarán de ellas?
Violencia es mentir. Violencia es ocultar. Violencia es negar. Violencia es no reconocer la violencia de obligar a estas niñas al desamparo.
Llegará el tiempo de reconocer la realidad, el tiempo de la educación, de divulgar, reafirmar y defender el derecho a elegir. El tiempo en que las mujeres digamos no a todo tipo de violencias.