Bienalistas al ataque
22 agosto, 2018Pier. Con aire para rato
22 agosto, 2018Hay una larga lista de estrenos de cine este jueves.
Más hay uno, que no sólo merece la atención, sino la contemplación.
Abbas Kiarostami fue un cineasta fundamental, con filmes que plasmaron una mirada singular sobre la condición de la niñez, la libertad o la muerte. Realizador de películas como Primer plano, ¿Dónde está la casa de mi amigo?, Detrás de los olivos, El sabor de las cerezas (que dejó una huella indeleble en las exhibiciones de cine independiente en nuestro país) o El viento nos llevará, Kiarostami ha dejado un legado especialmente bello en “24 cuadros”.
En la sala Cosmos UBA, allí en Corrientes 2046, desde este jueves se exhibe la obra póstuma del iraní.
Abbas Kiarostami comparte pensamientos en el comienzo de su filme: “Siempre me pregunté hasta que grado el artista apunta a representar la realidad de una escena. Los pintores sólo capturan un cuadro de la realidad y nada antes o después de él. Comencé “24 cuadros” con pinturas célebres, pero luego las cambié por fotografías que había tomado a lo largo de los años. Incluí alrededor de 4 minutos y medio de lo que imaginé que podría haber sucedido antes o después de cada imagen capturada”.
Y entonces empieza la aventura.
Son 24 historias que nos llevan a asistir como cobran vida esos cuadros aparentemente inmóviles. A la belleza de las imágenes, Kiarostami le suma música muy particular en cada historia y una gran potencia vital. La fuerza de la naturaleza, lo inevitable, lo inquietante de los movimientos de nuestro planeta, las tempestades, los secretos escondidos tras una ventana o dentro de una habitación.
Hay vida. Hay vida retratada en un juego pendular entre lo poético y lo salvaje.
El cine es así. En el mundo de las películas, siempre hay vida después de la muerte.
Sobre 24 Cuadros – Palabras de su productor
La fotografía siempre tuvo un lugar especial en la vida de Abbas Kiarostami. Apenas se graduó de la Escuela de Bellas Artes de Teherán en 1960, y cuando todavía imaginaba una carrera como cineasta, comenzó a capturar imágenes, tomando el camino de la fotografía, capturando paisajes iraníes. Nunca abandonó este estudio formal, y mientras esta obra crecía, acumuló miles de fotografías que se mostraron en una exhibición especial en el Centro Pompidou y en el MoMA, en 2007. En su último film, 24 cuadros, Abbas Kiarostami asumió un reto único: crear un diálogo entre su trabajo como cineasta y como fotógrafo, construyendo puentes entre las dos expresiones artísticas a las que dedicó su vida. El proyecto 24 cuadros nació de un interrogante que fue a la vez artístico y metafísico: ¿qué sucede en los momentos anteriores y posteriores a tomar una fotografía? Para responder a esas preguntas, Abbas Kiarostami inventó un notable dispositivo visual: seleccionó veinte fotos de su colección personal, que él animó. Usando herramientas digitales, discretos inserts en 3D y pantallas verdes, él le dio una nueva vida a esas imágenes del pasado y trató de redescubrir las emociones que sintió cuando las tomaba. En una compleja puesta donde se juegan por igual su genio y su delicada mirada poética, Abbas Kiarostami muestra grupos de turistas frente a la Torre Eiffel, caballos pastando en campos nevados, y bandadas de pájaros volando sobre paisajes industriales. Más allá de la emoción estética generada por esas imágenes con reminiscencias de su obra maestra experimental Diez, el film existe como una meditación sobre el tiempo pasado, la transformación de los territorios, y la fragilidad de la existencia. Melancólicas y luminosas, solemnes y lúdicas, esas cortas secuencias nos proveen de un sutil retrato de Abbas Kiarostami. Realizada durante tres años por un equipo de técnicos iraníes, 24 cuadros quedará como el trabajo final de su autor, que murió en París el 4 de julio de 2016, a los 76 años. Es el raro e invaluable legado de uno de los cineastas fundamentales del cine contemporáneo.