#NiUnaMenos
3 junio, 2020Master de la Iglesia
4 junio, 2020Qué maravilla encontrar, aun después de tanto transitado, personajes realmente únicos.
Enrique Campos lo es.
Y es más.
Enrique Campos es escritor, cantante y compositor.
Publicó Las edades de un monstruo (Huesos de Jibia, 2009), Uno y todos los posibles (Paradiso, 2011), El momento en su boca (Mansalva, 2012), Eterno solo para él (Mansalva, 2016), Hoy es lejano (Ivan Rosado, 2016) y La oscuridad se los permite (Mansalva, 2018).
Como músico, su primer disco, Roto -nominado a los Premios Gardel 2019 y a los Latin Grammy Awards 2019-, es sencillamente una joya que arranca con un Pasional roto y de barriobajo, perfecto para ser invocado en madrugadas más rotas aun.
Otra manera de cantar, otra manera de decir, otra manera de arder.
Ahora Campos acaba de lanzar su nuevo libro, Todo menos él mismo, séptimo registro editado de sus poesías.
Hoy era el día pautado para la presentación.
Aquí entonces y a modo de introducción, lo que dice Washington Cucurto de la poesía de Enrique:
“Cuando parecía que la poesía se había dejado cautivar por un soberbio realismo repetitivo (y por lo tanto aburridísimo) irrumpen los poemas de Todo menos él mismo. Poemas en tono menor, sin gritos, que retoman una vieja y admiradísima tradición de la poesía argentina que puede comenzar en el sencillismo de Fernández Moreno y continúa en referentes rotundos como Arturo Carrera, Hugo Padeletti y, más cercano en el tiempo, Silvio Mattoni.
Poesía de la observación, no ya al estilo cerebral y maníatico de Alberto Girri, si no todo lo contrario: despojada de cualquier tic, colocando su núcleo en el ver y el oír, actividades claves para el mundo de la pintura y de la poesía; acentuando el detalle primoroso en lo que sucede alrededor y en la reflexión constante de hechos cotidianos. Es precisamente en este cruce donde Enrique Campos toma el riesgo: estos poemas vivencian una narración, una breve historia delicadamente sugestiva para, finalmente, atravesarla.
Debo aclarar, para los incautos o los malpensados que nunca faltan: observar no es quietud, no es detención: otro hallazgo gigante de este libro. Poesía en movimiento. Poesía del ser interior en constante desliz. Y en esa forma de decir en tono menor, con ligereza y plasticidad, sin perder ni por un ápice la simpleza; en esta manera de epigrafiar el alma de las cosas, es donde este libro se vuelve fundamental. Ahí está el gran compromiso y la aventura que, como estética y práctica poética, nos ofrece Enrique Campos.
La incertidumbre que antecede/ al primer rayo de sol, dice en un verso notable el poeta. Y ahí podría ubicarse el quid de la cuestión: caminar en la oscuridad, la incertidumbre como una luz, la supremacía de la emoción y la maravilla del mundo que nos rodea como claves de este libro.
Una poesía de las ideas, altamente refinada. Es muy auspicioso que Mansalva, la casa de todos los poetas, publique Todo menos él mismo para la suerte de los lectores”.
Todavía hay poetas. Brindemos.