Doca: Nuestra Identidad
5 agosto, 2020Sergio Zabala, para llevar
7 agosto, 2020“Respiro, tomo carrera, pico en la tabla, me impulso y salto. Me zambullo de lleno en un nuevo proyecto, reconociendo el lugar donde ocurre esa primera chispa que puede devenir en fuego.”
Con estas palabras, Charlie Desidney nos introduce en su primer libro.
Trampolín, Bitácora de un productor musical, es el primer libro de Charlie, productor de más de cuarenta discos del rock argentino y músico, más músico, cuando se despoja de su “yo productor”, como dice él: condición necesaria para continuar alimentando su lugar creativo.
Trampolín nos zambulle también desde sus páginas, en la mirada sobre el hecho creativo y el hecho de la producción, la ruta de la canción, del ensamble perfecto para lograr lo deseado en una obra.
Estilos, conceptos, formas, tempo, la libertad de crear y la geografía que contiene y conduce.
Desidney se ofrece generoso en estas páginas. Hay anécdotas y hay misterios compartidos.
Trampolín les habla tanto a músicos como a productores, pero también a los enamorados de la música, porque sí.
Y es en este conocimiento compartido, que el significado se amplifica y se vuelve todoterreno:
“En caso de emergencia ¡rompa el vidrio!
En caso de falta de ideas ¡rompa el vidrio!
En caso de rutina ¡rompa el vidrio!
Romper el vidrio es generar una discontinuidad en la rutina, y así como el matafuegos apaga incendios, las acciones inesperadas generan acciones nuevas y renovadoras”.
Si existe la canción perfecta -y recordemos que la ciencia en algún momento dijo que sí, que algunas canciones provocan una actividad en el cerebro en zonas vinculadas con el placer- tal vez se encuentre en alguno de los saltos de este trampolín.
En el prólogo, Nora Lezano acierta al decir que este libro “es una declaración artística, un cuadro que hace de ventana”.
Con dibujos que acompañan la experiencia, Trampolín, el primer libro de Charlie Desidney, es una pieza original e inspiradora.
…Si ya estás en el trampolín…¡Salta!