Breves
2 mayo, 2020Hollywood
5 mayo, 2020“Viernes a la noche terminando la semana, me emborracho solo voy y vengo de la cama”.
La música de Miranda! acompaña el estreno, exactamente un viernes, de la primera serie que hacen en conjunto para Netflix Sebastián Wainraich y Hernán Guerschuny.
Guerschuny dirige y Sebastián escribe, actúa y sondea los vericuetos de contar lo que le pasa a un tipo que está atravesando una separación, en ese tironeo que impone soltar al ex.
Y es que en ese tironeo, lo que se empieza a soltar en realidad es la larga juventud adolescente, para meterse sin más en el terreno de los grandes, ese de las felicidades en cuentagotas y entre paréntesis.
El elenco tiene todo para saberse perfecto en una historia como esta. Natalie Pérez, diosa, Santiago Korovsky, mortal y una sucesión de apariciones de lujo.
Un poco de esta ficción juega con la realidad de cualquiera y otro poco con la realidad del propio Wainraich (Weinraich en la historia, como se alcanza a leer en un episodio) llenando la comedia de perlitas que son un plus para los seguidores de la radio, están todos, no voy a spoilear.
Depende de quien y desde donde mire, este Sebastián lo tiene todo… O al menos bastante tiene para ser feliz…Pero no alcanza.
¿Y cómo se hace? Porque mucha risa, Casi Feliz, pero nos deja pensando… ¿Y cómo se hace para ser feliz? ¿Y cuánto dura?
Juegan muy bien en la historia los componentes de la receta magistral del soltar. Resolver el pasado, dejar de idealizarlo, dejar de temerle al futuro y en el medio…bailemos.
Alerta Spoiler: (perdón, quería poner eso). Pocas figuras más contundentes a la hora de una separación, como el ex viniendo a avisar que va a tener un hijo…con otra persona.
“Creo que comí de más y que soy casi feliz”.
Hay un alimento esencial en la historia y ese alimento son los afectos.
Las pasiones que nos acercan a la idea de felicidad. El trabajo, los hijos, el sexo, el reconocimiento, los amigos.
Cada uno de estos pasos en la historia son de colección: Desde papá y mamá Hugo Arana y Adriana Aizemberg que se llevan millones de aplausos y mucha adrenalina, hasta situaciones que muchas veces están en las antípodas de la cara de un “famoso”. El lado B no es del todo feliz.
“Algo de mí… No es del todo feliz”.
Wainraich pone en el corazón del relato la vieja historia de la insatisfacción, que tal vez no sea más que una cara del miedo, de la incapacidad para llegar a la cornisa y saltar.
Juega el personaje permanentemente con la idea de la felicidad que no se puede alcanzar, pero todo el tiempo el choque es con la contención, con la culpa o con el deber ser.
“La contradicción eterna de la raza humana, la parodia de la sociedad civilizada, puede que me haga llorar, pero prefiero reír”.
Quizás a algunos no nos alcance nunca la felicidad plena, o pasamos de largo y mirando por el retrovisor vemos que sí, que hemos sido felices. Dicen los analistas que al menos el registro está bien. ¿Alcanza?
“Casi feliz… No alcanza para mí”.
En el medio de la vida y con ganas, Sebastián Wainraich se atrevió y lanzó este hijito que ya brilla en el carrusell de tu plataforma amiga de la N roja.
Abro el paréntesis de la felicidad de verla, una serie de 10 epidosios encantadores y lo cierro a pura lágrima, porque bueno, ya sabemos, nadie es feliz todo el tiempo.
Los 10 episodios de Casi Feliz ya están en Netflix.
Hermosos guiños, hermosos todos los que jugaron, hermosa apertura y hermosa canción.